25.6.09

30 datos inútiles (XXV-XXVIII)

Cuatro recuerdos verdaderamente pueriles de mi infancia.

1. Uno de mis primeros muñecos de peluche fue, lógicamente, un oso. Se llamaba Ottawa. No sé por qué. Tampoco por qué me daba por cantarle ese ritmo de "Brassiiil, lara lara, lara, laraaaa". Lo llevaba conmigo para todos lados. En una de esas emprendí con mi familia un verdaderamente largo viaje de Coyoacán a la Magdalena Mixhuca para ver a mi hermana en no se qué competencia. Tenía yo menos de cinco años. Era de noche y regresamos a casa en un Ruta 100 que nos dejó en la ahora desaparecida Fábrica de Papel. Todos bajamos del bus... menos el oso. Se fue en el camión. Mi primera pérdida. Lloré muchísimo y mi mamá me consolaba diciendo que seguramente haría feliz a otro niño. No dejo de pensar en eso incluso hasta estos días, cuando me acuerdo de voltear la vista a la derecha en la prolongación de Miguel Ángel de Quevedo, en el puente para llegar a Tlalpan, donde desde las alturas se podía ver el encierro de los Ruta 100. Espero que Ottawa haya cumplido su misión.

2. La vida de mi familia ha estado invariablemente ligada a los Superamas. Cerca de la casa hay uno donde trabajó mi mamá, mi hermana, unas tías, etc. Pero de pequeña, cuando cerraban las puertas me ATERRABA quedarme encerrada sola, ahí, entre los pasillos. Era un temor absurdo porque usualmente iba con mis papás o mi hermana a comprar pan o cualquier cosa. Pero no podía ni siquiera soportaba la idea de no salir con las puertas abiertas, como el resto de la gente. Sencillamente era algo que me hacía perder mis diminutos estribos.

3. Se llamaba Andrés y era italiano. Vivía en la Casa de la Malinche. Rubiecito. Lindo el mocoso. Teníamos como cuatro años. Su nana (que ahora no recuerdo el nombre, pero apenas esbozo sus lentes, su cabello negro, su tez morena, su rigidez) y él iban a buscarme para jugar. Le decía "Andreia, andiamo a mangiare il gelatto", pero su frase tatuada en mi mente era "mi amore é Cecilia". Ja. Cómo olvidar a tu primer "novio". Un día se fue y jamás supe algo de su existencia.

4. Brinco, brinco, brinco, Ceci, brinco, brinco, brinco... Las palabras donde mi padre resumía el mundo. Un escalón de no más de 30 centímetros donde el tiempo se hacía nada. La salida de proveedores de ese Superama de mis recuerdos y ver salir de trabajar a mi mamá. El interín no era nada porque yo brincaba y veía las estrellas. El mundo estaba completo.

3 comments:

dani said...

Me gustan tus recuerdos, Ceci, sobre todo tu forma de narrarlos.
Uno de mis primeros peluches fue un perro, yo le puse "Pelele", jaja, en mi ingeuidad no tenía idea que significaba eso, pero se lo decían mucho al galán de una telenovela que veía por esos años, jaja, que cosas no?..

Saludos y espero que ya estés celebrando anticipadita eh, con las cosas ricas que vi en esos cajones de tu santuario del trabajo, jajaja...
cuidate, besitos.

Morena said...

hace muuuucho que no me paseaba por aca, me gustan tus ultimos post, te leo como muy relajadita y a gusto con tu vida y eso siempre es bueno no?

Yo no era precisamente de osos de peluche, pero tenia una muñeca, de esos bebés pelones, la perdi por varias semanas en el closet de mi hermano y cuando la encontró mi mamá me gritó muy emocionada pensado que yo brincaría de gusto. Mis palabras para la muñeca prodiga fueron: None anaba cabona? ene paque o ene cine? Yo era muy muy grocerita a mis 3 años...

Te agregé al feisbuk, no me vayas a batear eh!

lukas said...

los niños que hablan italiano, son el pedo.


:)