26.2.09

terapia funcional para lo inmamable

Venía decidida a despepitar este fucking jodido day a todo detalle, plagado de errores y poca paciencia. De resignarme temporalmente a las letras chiquitas. Y de ceder ante el maldito virus griposo de la redacción. Pero recordé que alguien a quien quiero mucho (y creo que fue por estas fechas) hace un año me dijo: "Porque todo lo malo al final tiene algo bueno, o x lo menos disfrutable...". Igual no es nada relevante, pero tiene mucho significado.
Entonceeees... lo bueno de esta "inmamable" (Crispi dixit) jornada fue que me sirvieras de sparring (literal), mi estrella punk, encontrar un nuevo lugar favorito para ordenar pizza cerca de casa. La simpsoniana terapia de la casita del horror V (la de "el esplendor" -porque si no nos demandan) y disfrutar de un nuevo placer culposo.

Homer: D'oh! I mean...hey.




Bart: Good morning, Father dear. [hands him comics] Hope you're well.
Lisa: Are we taking the new Lexus to Aunt Patty and Selma's funeral
today?



Homer: Hmm, fabulous house, well-behaved kids, sisters-in-law dead,
luxury sedan...woo hoo! I hit the jackpot.




[sits down] Marge,
dear, would you kindly pass me a donut?
Marge: Donut? What's a donut?




Homer: Aah! Aah! [pushes toaster handle, disappears]
[donuts start to fall from the sky]
Marge: Hmm. It's raining again.





jajaajajajaja!!!!!
Ah, el placer culposo. ¿Han oído esa estúpida canción de El Mechón? Bueno... con eso tienen.

19.2.09

Como en los viejos tiempos

El tiempo no es tiempo a tu lado.
Las mismas luces, el mismo escenario.
Hasta la misma camisa de la primera fotografía.
El abrazo. El mismo sentimiento lleno de diferencias.
Sólo faltó empezar a quitarle la etiqueta a las cervezas que no nos tomamos (esta vez).
Volveré al vicio; era algo necesario para trazar mi sonrisa.
Y no me importa volver a tiritar de frío o quedarme sin cigarros.
Todo sea por la compañía. Todo vale la pena.
Mi sociópata favorito :)

16.2.09

Numerología de fe-brero

Era estupendo charlar contigo, eso es todo.
Añoro las largas conversaciones de madrugada que hicieron de ti un noctámbulo con más razones que el mero ocio y de mí, la mujer más feliz en ese momento.
Porque lo demás duró lo que debía.
Fue un verdadero placer conocerte; lo digo sin sorna, sin rencor y en el más amplio sentido de la frase.
Empezó una tarde como la de hoy con un "¿qué haces?". Y lo más vaciado es que por poco te aparejas con el día -ese sí- en que mi mundo cambió. Tres años que no han hecho que olvide ni un solo rayo del sol reflejado en la ventana y chocando con su cabello, su gorra, su gesto de desconfianza, sus ojos de miel. Primera y única vez en mi vida que creeré que el amor a primera vista no es un ridículo mito romántico.
Y ahora que lo pienso, otro poco y hay festejo triple, por aquello de las visitas que dejaron impregnados los recuerdos a manzana, pero de eso sólo tiene dos años.
Si la numerología es tan precisa o tan mágica como dicen, algo debería cambiar por estas fechas en mis vientos.
Yo sólo sé que 2+2=5.

9.2.09

Is good to see you again

En la calidez de E, las vívidas memorias de juventud de P, la amorosa complicidad de C y N, las risas locas de la nueva generación, la rebeldía de A, la timidez de R, el gran futuro que le espera a C, la hospitalidad de S y A... en la dulce rudeza de M... en la paz que sólo el mar puede ofrecer...

2.2.09

Thanks, Holden

No cuenten nunca nada a nadie. Si lo hacen, empezarán a echar de menos a todo el mundo.

J.D. Salinger, The catcher in the rye

Lo reconozco. No soy la mejor lectora del mundo, aunque tampoco me entusiasma serlo. Es por un solo motivo. Los libros me dan lo que necesito en el momento justo. Son oportunísimos. Fue uno de un autor español hace unos meses el que me ayudó a llevar mejor la muerte de mi mejor amiga; después pensé que lo sería otro llamado "Alta fidelidad" para entender mejor a alguien , pero lo dejé a la mitad (algún día lo retomaré). Ya no era necesario. Y no los leo precisamente por esperar encontrar algo. Llego a esa conclusión hasta que cierro la última página. Aunque he de reconocer que me guío mucho por el título en esa necesidad de darle paz a mis tormentas, a mis preguntas.
¿Por qué he dicho esto? Ah, sí. Porque estoy regresando a mi espacio con miedo. Me he percatado que eso que nutría (desde mi perspectiva) este espacio se encuentra vacío. Por llamarlo de algún modo, los vuelcos del corazón. No hay mucho tiempo para eso desde hace varios meses. Y porque la situación verdaderamente me aterra es que me trago esa sensación, lista para teclear.
La frase de Holden Caulfield sintetiza mi poca -o mejor dicho, nula- gana de escribir. Ya no quiero echar de menos ni añorar cuando había motivos para ponerme loca de contento por los ojos de alguien. Y no sólo pasa por ese sector el asunto, sino por los días en que había esa posibilidad de matar el tiempo y entonces se volvía el catalizador de las historias y las reflexiones más serenas. Creo que por eso es que tomé vacaciones. No tanto por el cerco administrativo de hacerme de unos días antes de cumplir un año más en Milenio. Quería ocio, no pensar, no angustiarme, no tener que medir mi jornada y mi pensamiento en función de bloques, full tracks o bites. Si bien sólo es una semana, hacer cualquier otra cosa que estar pegada a ese puto ENPS me hará bien para volver a planear y abrir los ojos, respirar aire de mar. Abstraerme rascándole la panza a mi perra.
Y en esas estaba el sábado por la tarde, sentada en el gélido pasto de las islas de CU, cuando un niño llamó mi atención. Pirinola de no más de cinco años. En un monopatín. Disfrazado de Batman. Empezó a jugar con otros chicos. Se caía y volvía y echaba a correr como si se fuera a terminar el oxígeno. Se parecía tanto a ti de niño, con tu casco de futbol americano y tu mirada chueca. Creo que también su nombre terminaba con "O". Me hizo sonreír y respirar en paz. Un bello rato de ocio que llenó mi tanque.
Y decidí escribir de nuevo. Qué importa echar de menos si siempre en esa añoranza vendrá la sonrisa del recuerdo maravilloso de haber estado juntos compartiendo un pedazo de vida.
Mañana me desharé de muchas cosas que no me sirven. El miércoles inicio semestre. El jueves tomaré un avión para reunirme con familia en la que echaré de menos las navidades con olor a Bacardí y cigarrillo, un frío del carajo y el regreso a casa frente a los velatorios del ISSSTE en San Fernando. El domingo estaré aquí y el lunes, de nuevo a intentar sacar el mejor noticiario.
Por lo pronto leo "El libro de las ilusiones", de Paul Auster.