Hace más de un año, el buen y elocuente Carlitos preguntaba en su blog hasta cuándo era suficiente de soportar la pasión y el sentimiento que uno guarda hacia alguien, aunque ni siquieras sepas de su rostro o, por el contrario, lo conozcas bien y ni siquiera puedas acercarte por miles de barreras (mentales casi todas, recíprocas no siempre, culpables muchas veces de una parte). Unos cuantos meses después, en esta madrugada donde se supone que me he amado a mí misma como hace mucho no lo hacía, me desespera tener que desaparecer por horas y no poder quitar de mi cabeza un solo pensamiento: que el objeto (o debería decir ¿sujeto?) de mi deseo, aún cuando todas las señales de la lógica y el sentido común dicten que no es ni será nada más de lo que es ahora ("haber alcanzado el techo de lo que son", diría un otro gran amigo), no se larga de este infierno personal. Que no puede irse porque él mismo, involuntariamente lo creó. Y que cada vez que la realidad me da una de sus maravillosas bofetadas, me hundo en una tristeza que se disipará con una palabra o una mirada.
Estoy harta. Porque tampoco puedo evitar pensar que la recurrencia de esta situación derivará en volver a renunciar a una felicidad anhelada. Quizá sólo sea un capricho, no lo sé...
Creo que lo más sano para apagar este infierno, para matarlo (a propósito de nuestros Fieles Difuntos) sea ya, de una vez por todas, que ese designio revelado electrónicamente por una fuente que jamás me permitió despegarme del suelo se concrete este fin de semana, y que las rutinas hechas al azar se desapeguen y vuelvan al cauce que tenían cuando ni siquiera formaba parte de su cotidianidad. Yo lo pensé, lo dije y lo hice saber: quizá todos seríamos más felices si desapareciéramos de este lugar, de este momento, de esta situación. Pero como todavía no tengo la facultad de vaporizarme ipso facto, creo que tengo que buscarme una buena dosis de amor a mí misma, de felicidad casual o de valemadrismo puro. Pero vuelvo a plantear: ¿hasta cuándo es suficiente?
Ni siquiera el hecho de transgredir me hace feliz...
1 comment:
Hagamos la liga de valemadristas unidos, no es tan difícil a fin de cuentas, nomás te volteas y piensas en otra cosa.
El hobbit al que se le resbalan las cosas... y le valen madre.
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