Sueño de una noche de verano

Después de un largo camino en carretera, en silencio, compartiendo música, llegamos al fondo del mar. Buscamos un lugar para estar juntos sin estarlo. Salimos a ver el sol y a tomar una cerveza sin más mediador que el silencio, roto a veces con un sutil intercambio de sonrisas. Tú caminabas, yo dormía buscando que el sol y el mar hicieran su trabajo. Cayó el atardecer y el silencio fue más breve. Moncheamos marihuana y seguimos tomando cerveza. Entramos al mar para demostrar quién podía ganarle a las olas. El corazón palpitaba más y más, pero a la vez, la razón acallaba sus propósitos... Caminamos por el solitario malecón y otra vez, mediados por el silencio, nos tomamos de la mano. Regresamos al lugar común y nos enfrascamos en un juego de cartas insulso. Hacía mucho calor y, como siempre, los mosquitos invadían la breve privacidad. La madrugada llegó. Ya no había silencio. Sólo mirdas de sueño y de sueños... Tomaste tu lado de la cama, lejos de mí, cerca de la Luna. Dormí a media sábana. Al amanecer, te tuve cinco minutos a mi lado, abrazados. En paz. Te di un beso en los labios del cual jamás te enteraste. Volvimos a casa, mediados por el silencio y la música de tu iPod...