Tenía que hacerlo. La mejor manera de huir es conduciendo hacia ese punto brillante del horizonte donde en algún momento fuiste feliz, olvidando lo que metro a metro dejas atrás. Así fue. Viré a la derecha donde siempre lo hago del lado contrario. Seguí derecho, pero me topé con un camino cerrado que me obligó a modificar un poco la ruta... tanto, que obviamente (fiel a mi costumbre de perderme pensando que exploro -bueno, así se descubrió el Nuevo Mundo, ¿no?-) terminé en un lugar que me parecía medianamente conocido. Nada que ver. De pronto estaba en una vía totalmente empinada, que parecía me llevaría hasta las estrellas que esta noche habían sido muy claras. Siempre estará la opción de echar reversa y volver por donde viniste. Eso hice, aunque a medias... neceé (qué raro) en mi empeño de llegar a la fría lucecita roja rodeada de las millones de lucezotas amarillas. Reedité mi camino. En el punto donde pensé que había civilización, volví de nueva cuenta al lado derecho... y un poco haciendo caso al sentido común, seguí a uno que tenía cara de ir hacia donde yo. Sin preguntar, sin pegarme de más, como su sombra. Hasta que fue suficiente y conocí de nuevo el rumbo. Para eso, una mente sensata habría tenido suficiente. Pero mi necesidad de huir, de quitar de mi mente esa imagen que tuve ni 15 segundos era brutal, vital, esencial. Ya sin experimentos, con la trayectoria memorizada, la emprendí de nuevo, con frío, un cigarrillo, un poco de música (I fell in love and
I needed a roadmap To find out where you lived So excited now Sleepwalking, cuz I'm sleepwalking) y los ojos bien abiertos para ver cuan poco ha cambiado ese camino y qué tanto has crecido tú. Observé las tiendas, los semáforos, las curvas, la oscuridad. Poco a poco me acercaba a la lucecita roja... Y estuve a punto de extraviarme de nuevo, sólo que una cosa nimia me dijo "¡es hacia allá!, ¿no lo recuerdas? ¿o es que el temor de estrellarte era más que la felicidad de ir tomada de su cintura, que amarrabas con esas enormes pestañas tus ojos tristes?". De nuevo, a la derecha... La calle es angosta, llena de tierra, con cosas que a esa hora dormían (expendios de pan, talleres mecánicos, una iglesia, pipas de agua). Pasé la lucecita roja. No la recordaba tan grande. Busqué la esquina. Dos árboles. Volteé a ver si venías. Claro que no... Me di la vuelta y regresé por donde vine. Más tranquila. Era algo que debía hacer. Sola. Yo. ¿Logré huir? Un poco, al menos para dormir bien hoy. Sé que esa imagen será cada vez más prolongada, más pesada, más insoportable... Pero también sé que mañana podré llegar un kilómetro más lejos, bajarme del coche, tocar la puerta y decirle que me deje pasar la noche allí, porque la oscuridad me da miedo. Volver a cerrar los ojos y tomarme de su cintura... Para olvidarme un poco de lo que ahora me lastima.
4 comments:
El viaje que tanto temor nos da, que bueno que tu te subas al auto y andes... yo, en lo personal, todavía no me atrevo a tomar las llaves... Besos.
corer ayuda? huir? no, salu2
Pues yo leí mal, me sonó más a que lo afrontaste que a una huída... ¿o por eso está en cursivas? Ni sé.
Frodo ignaro.
holaaaaa..
ora si ke no se ke opinar :(
saludotes
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