Todo empezó cuando decidí buscar mi tesis y ver si lo que yo concluía hace unos años es distinto a lo que algunos tesistas que ahora reviso concluyen.
Amén de eso, rescatar mi ejemplar me llevó a desenmarañar papeles y ordenar recuerdos de diarios viejos o colaboraciones coyunturales. La belleza de lo cotidiano, los papeles de la nostalgia.
Y te das cuenta que el tiempo pasa para bien, para alcanzar una evolución profesional que es como una enfermedad silenciosa. Las grandilocuencias siguen basándose en lo sencillo. A más B es igual a C.
Y por ahí me dieron ganas de volver a estudiar. O mejor dicho, se despertaron porque nunca se han ido.
Y también me dieron ganas de pasar por el infierno algunas fotos, algunos recortes de alegría, de boberas laborales que hacían latir el corazón.
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