No necesito tanto estrés, tanto dejar de pensar en lo importante.
No necesito sentirme una completa ignorante, incompetente, cada vez que hablo contigo.
No necesito sentirme tan derrotada por las noches.
No necesito que se me agrave una gripa para que se me corten los sentidos. Que mi genio se vuelva loco, que yo me vuelva loca.
No necesito tomármelo tan en serio. Total, parece que nadie se da cuenta.
No necesito un abrazo.
No necesito un apapacho, una palabra de abandono.
No.
27.1.10
22.1.10
Stupid facts about me (1)
Resulta que uno de mis ojos es más veloz que el otro. O sea, soy estrábica (aunque el Condechi diga que "leve"). Es creo el derecho. Total, son dos y todavía medio sirven, que es lo que importa. Pero no te creas, me preocupa que un día vaya tan rápido que no sepa de dónde viene.
19.1.10
El FB mató al blog... y el Twitter salió de las cenizas
Por ahí en los comentarios de esta noche alguien decía que el Twitter es más útil que el Facebook pero éste último es mucho más divertido. Rodrigo Pacheco y Jairo y como mil banda parecen decir lo contrario. Puedo decir que soy más FB que TW, pero creo que es un simple asunto de necesidades. A veces me da por pensar en corto, en el FB convivo y me río, pero al final, como los perros heridos, me reconforta estar de cuando en cuando en éste, mi refugio, reservado (paradójicamente en un espacio público) a quien quiera entender mi lado vulnerable.
Quizá cuando termine cediendo y comprando una Blackberry o un iPhone hundiré mi nariz en tuits. Aunque francamente no lo creo (y miren que sí tengo twitter, por si me quieren seguir: @sadcecile). Soy más gráfica y mucho más expresiva. Y únicamente en mi lógica televisiva puedo decirles que soy feliz en mi locura laboral, que por el momento no me siento desdichada por no tener un beso de despedida en las noches. Hay otras maneras de sentir amor. La risa es un gran sustituto.
Y me dan los bajones, sí. Y en mis adentros canto.
Pero aprecio la autenticidad de una risa a solas de un chiste sebo.
Eso sólo aquí. Ni el FB, ni el Twitter. El desmadre es entre este espacio y yo.
Quizá cuando termine cediendo y comprando una Blackberry o un iPhone hundiré mi nariz en tuits. Aunque francamente no lo creo (y miren que sí tengo twitter, por si me quieren seguir: @sadcecile). Soy más gráfica y mucho más expresiva. Y únicamente en mi lógica televisiva puedo decirles que soy feliz en mi locura laboral, que por el momento no me siento desdichada por no tener un beso de despedida en las noches. Hay otras maneras de sentir amor. La risa es un gran sustituto.
Y me dan los bajones, sí. Y en mis adentros canto.
Pero aprecio la autenticidad de una risa a solas de un chiste sebo.
Eso sólo aquí. Ni el FB, ni el Twitter. El desmadre es entre este espacio y yo.
7.1.10
Hobbito, just like that
Hace unos ayeres, escribí de mis primeras experiencias con "la carreta del Hobbit", un nombre que derivaría en Hobbito. Just like that. Un nombre con un montón de significado. Esta noche ha terminado la historia de ese Golf 90 a mi lado. Se podrá decir, como siempre, que un apego a las cosas materiales no tiene sentido. Pero no necesité leerme a Javier Marías y su cuento de Cecil Court para ir contra esa creencia.
Hobbo fue, en muchas noches, mi única escucha; se sabe de memoria mis canciones y a qué saben mis cigarros. Y sentir en su ventanilla izquierda abierta el aire de la noche o los pelillos de la Bona asomada (necia, por más que le abriera la ventanilla de atrás, siempre se asomaba por la del conductor) en un viaje de sábado por la tarde me daban sosiego.
Por tanto, se quedan en los asientos tantas experiencias... como la primera vez que choqué y las sabias palabras de aliento del policía. O la vez que llevé a Emiliano a su casa, carta mediante. Como se quedarán en el retrovisor tantas y tantas pláticas con mi manito Conde en la reja de la unidad de Plateros... a veces de él, a veces mías. Pero siempre era el único que cerraba la puerta como me gusta: con huevos. Saber que el último día que vi a Juli con vida se quedó dormida en el asiento de atrás. Los viajes de ida y vuelta a Cuautitlán, para cumplirle a mi hermano y a mi madre y a Adrián el no romper ningún lazo familiar, cosido ahora con ese raro hilillo de ir a ver a los Pumas cada que se puede. Y claro! Se escapa de la cajuela con su puertita desvencijada los besos con Beto, el espantoso choque de Victoria y Revillagigedo o el hurto del iPod. Ya más reciente, convertido en un verdadero autobús escolar, la lonchera olvidada de Adriana, Pola y sus múltiples viviendas, o las salidas de quesadillas en la Roma. O, jajajaja, la excursión a casa de Alfred o a la fiesta de Pardiñas.
De cualquier lado, de cualquier aventura, Hobbito siempre me devolvió viva, entera y tranquila a casa. Nos estacionamos frente a nuestros vejestorios (el árbol seco, la puerta) y le decía: "gracias, Hobbito... eres un guerrero"
Ya en los días en que decidí venderlo, los últimos, emprendimos un viaje de despedida. Nos botamos a la casa de los abuelos; la Bona, el iPod, Hobbo y yo por la carretera... Todos los seres queridos se subieron en él y disfrutaron de su apacible incomodidad. Y aquí, en esta imagen, tomada afuera del panteón donde yace mi padre, lo que más quiero.
Total que un par de noches antes que ésta, me hizo una pataleta. Se quedó sin batería. Lo tomé como una despedida amarga, pero necesaria. Y la útima noche, listo para ser entregado, despojado de sus históricas pegatinas (Lennon, el Peje, Pearl Jam) y de todos sus adornos (mis dados, mi escapulario de Malverde, pulseritas) viajamos del trabajo a la casa sobre Cuauhtémoc. Y sonó California Dreamin'... Entonces me tomé esta foto, después de abrazarlo, de decirnos todo.
Pensé que lloraría cuando Fito dio la vuelta por la esquina de Pacífico y tras escuchar su cálido grito de "adióooos". Pero no. Me siento feliz. Sólo por una simple y sencilla razón: Fits tiene grandes planes de fincar su felicidad con su amada en ese armatoste que a mí me llenó de dicha. Será distinto, será recorriendo caminos, tardes agradables, carreteras interminables y cientos de cosas que hará de ahora en adelante. Forjará recuerdos apellidándose Zárate.
Yo te veré de lejos en nuestra complicidad eterna.
Gracias, Hobbo, por todo, por ser, por haber formado parte de esta historia.
Que haya muchos kilómetros más.
Hobbo fue, en muchas noches, mi única escucha; se sabe de memoria mis canciones y a qué saben mis cigarros. Y sentir en su ventanilla izquierda abierta el aire de la noche o los pelillos de la Bona asomada (necia, por más que le abriera la ventanilla de atrás, siempre se asomaba por la del conductor) en un viaje de sábado por la tarde me daban sosiego.
Por tanto, se quedan en los asientos tantas experiencias... como la primera vez que choqué y las sabias palabras de aliento del policía. O la vez que llevé a Emiliano a su casa, carta mediante. Como se quedarán en el retrovisor tantas y tantas pláticas con mi manito Conde en la reja de la unidad de Plateros... a veces de él, a veces mías. Pero siempre era el único que cerraba la puerta como me gusta: con huevos. Saber que el último día que vi a Juli con vida se quedó dormida en el asiento de atrás. Los viajes de ida y vuelta a Cuautitlán, para cumplirle a mi hermano y a mi madre y a Adrián el no romper ningún lazo familiar, cosido ahora con ese raro hilillo de ir a ver a los Pumas cada que se puede. Y claro! Se escapa de la cajuela con su puertita desvencijada los besos con Beto, el espantoso choque de Victoria y Revillagigedo o el hurto del iPod. Ya más reciente, convertido en un verdadero autobús escolar, la lonchera olvidada de Adriana, Pola y sus múltiples viviendas, o las salidas de quesadillas en la Roma. O, jajajaja, la excursión a casa de Alfred o a la fiesta de Pardiñas.
De cualquier lado, de cualquier aventura, Hobbito siempre me devolvió viva, entera y tranquila a casa. Nos estacionamos frente a nuestros vejestorios (el árbol seco, la puerta) y le decía: "gracias, Hobbito... eres un guerrero"
Ya en los días en que decidí venderlo, los últimos, emprendimos un viaje de despedida. Nos botamos a la casa de los abuelos; la Bona, el iPod, Hobbo y yo por la carretera... Todos los seres queridos se subieron en él y disfrutaron de su apacible incomodidad. Y aquí, en esta imagen, tomada afuera del panteón donde yace mi padre, lo que más quiero.
Total que un par de noches antes que ésta, me hizo una pataleta. Se quedó sin batería. Lo tomé como una despedida amarga, pero necesaria. Y la útima noche, listo para ser entregado, despojado de sus históricas pegatinas (Lennon, el Peje, Pearl Jam) y de todos sus adornos (mis dados, mi escapulario de Malverde, pulseritas) viajamos del trabajo a la casa sobre Cuauhtémoc. Y sonó California Dreamin'... Entonces me tomé esta foto, después de abrazarlo, de decirnos todo.
Pensé que lloraría cuando Fito dio la vuelta por la esquina de Pacífico y tras escuchar su cálido grito de "adióooos". Pero no. Me siento feliz. Sólo por una simple y sencilla razón: Fits tiene grandes planes de fincar su felicidad con su amada en ese armatoste que a mí me llenó de dicha. Será distinto, será recorriendo caminos, tardes agradables, carreteras interminables y cientos de cosas que hará de ahora en adelante. Forjará recuerdos apellidándose Zárate.
Yo te veré de lejos en nuestra complicidad eterna.
Gracias, Hobbo, por todo, por ser, por haber formado parte de esta historia.
Que haya muchos kilómetros más.