El lunes empezó todo el malestar. Después de que nos mandamos a la chingada por un reclamo que percibí pendejo y sin sentido. Al día siguiente me comí mi orgullo y lo encaré en la oficina. Vino uno de esos cagues, los que más duelen, los de una persona que sabes que te estima y que te enfrenta con esas decisiones cruciales... No pretendo, me dijo, darte una lección de cómo tienes que ser o hacer, pero tienes que repensar tu papel aquí...
Esa puta depresión sigue cobrando sus víctimas... Esa mala y arrebatada decisión, aún me escupe a sus damnificados. Mi confianza, el más castigado pero quizá el menos visible.
Minutos después, un aliento, una certeza: la posibilidad de la reivindicación.
Todo el día se me fue en pensar... parece tanto y es tan poco, ¿o debo plantearlo al revés? Y es que con todo y lo tangible, aún no estoy. Quiero enfocarme en dejar mi resto en este lugar, como ahora que mi equipo está absolutamente convencido de que es una chingonada (!) y que nunca, nunca, doblará las rodillas. Así me quiero sentir... Me fui a casa tranquila, con ilusión para iniciar la cuenta regresiva; los sueños, las posibilidades.
***
Intuía que te sentías así, pero no pensé que te pegara tanto; tú, el referente de la historia de éxito de nuestra generación. Pero te conozco tanto que entiendo esas dos lágrimas que secretamente te enjugaste mientras yo contestaba el teléfono. Te entiendo porque peleamos, hace unos años (cuando las manos al escribir y los ojos al escudriñar eran los más sagaces) las mismas batallas; éramos parte del mismo frente y -unas veces tú, otras yo- al final del día sentirse Dios era lo mínimo porque lo habíamos dejado muy atrás. Ahora somos, bien lo definiste, cada cual en su trinchera, la puta cerecita del pastel: el detalle que da vistosidad pero si no está no se cae el mundo. Y sabemos que no es así. Si yo no tengo "ciudado", de pendeja no me bajan; si tú propones aquel video, es una mamada porque El País ya lo sacó. Total. Entendemos cuál es el meollo de este malestar; de este fregado sentimiento que unas banderas rojinegras nos arrebataron ya hace mucho y que ahora están como un capítulo sepia de la historia.
Hemos hecho un trato: si esta certeza en verdad lo es, nos calzaremos de nuevo el uniforme de batalla y camuflaremos nuestros rostros en pos de eso que nos hacía sentir vivos, de lunes a viernes, antes de que la vida nos llevara por caminos donde perdimos, un mucho, un poco, esas ganas de dejar atrás a Dios. Será una épica distinta; con todo lo aprendido, con más callo, bajo distintas circunstancias de ellos y nosotros, del país mismo. Pero la pasión nadie nos la volverá a arrebatar.
Minuto 46. Sergio Santana metió un golazo ante el Santos brasileño. De huevos. Eso me sigue dando esperanza.
5 comments:
toy perdida en tu post.. me encabrona no poder entender del todo lo que escribes.
No por eso dejare de leerte.. saludos :D
yo solo se que no se nada... que si ganan las chivas o pierden es "x"... , que entiendo lo del post, que te apoyo =)
gracias!!!...
Ya quiero ver qué tal sale ese canal. ¿¿Veré algún día en la pantalla a la hobbit de Coyoacán??
Felicidades a usted por su chante.
El hobbit aparecido.
tas pendiente =)
Esos posts tuyos tan difusos, tan tuyos son desesperantes, es cierto, pero muy enigmáticos. Besos.
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