26.12.07
Sucedió en el 2007
No es autocompasión, sólo honestidad. Perdiendo mucho, en todos los sentidos, he aprendido y eso ya es una ganancia: que el amor no es una persona sino un estado de ánimo, que no eres tan chingón como piensas o mucha gente te hace creer. Y en este momento había escrito tantas y tantas cosas que simplemente mi mente se ha saturado y me he quedado en azul, como la estúpida pantalla de la compu. Quiero sacar tantas cosas de mi sistema pero ya no quiero pensar en lo que me ha lastimado. En nada ni en nadie. Lamento que mucha gente haya sufrido mi abandono, pero que otra, por el contrario, no se haya alejado y que mucha más me haya permitido entrar en su vida aunque no haya sido en las mejores condiciones. Quiero perderme en el fin del mundo y eso es lo que pronto realizaré. Sola, yo y mi iPod, que ha musicalizado todos mis llantos y las alegrías de un amor distante pero cercano, de decisiones que sin pensarlas me transformaron por completo asumiendo sus riesgos. Quisiera encontrar en ese viaje un motivo para no volver atrás. Si pasa, se los diré.
Tengo claro el día en que perdí el control de mi vida durante este año… y quiero tener claro cuando lo vuelva a retomar. Entiendo que tuvo que ser así para que pasen las cosas buenas que están asomando la cabeza. Será pronto, lo sé. Viene en forma de un nuevo proyecto en el que sueño y en el que voy a poner todas energías que perdí en una vuelta prohibida; con viejos amigos y nuevas ideas, donde nos propondremos hacer realidad eso de “no es más grande el que más espacio ocupa sino el que mayor vacío deja”. Y también se ha personificado en quienes, pese a sus propias historias, tragedias y felicidades, no han dejado que me caiga. Han dicho Los Tres (una de esas cosas que lograron mantenerme viva, en paz efímera, en pie, sonriendo a veces): “el destino me salvará a su vez de la abulia que prometió volver”. Y en una cosa que hace tam tam tam…
Debo tomar aire, un trago de agua, ajustarme los lentes. Que el frío reactive mis sentidos. Cerrar y abrir. Desheredar. Arrendar. No fallar. Seguir amando intensamente. Barrer el sol. Dejar de estar entre la espada y la pared. Ir a una ciudad diferente a recordar que debo acordarme de olvidar que me olvidaste.
En un momento me convertí en un desatino que no pienso sostener más. Si has leído esto y me has comprendido y aún así me quieres, aprecias, estimas, valoras, etc… es el mejor regalo que me pudiste dar en estas fechas. Y no necesito más. Bueno, quizá sí: una palabra de respuesta y de saber que esto vale la pena.
Pásenla chido en este año que viene. Que yo aplicaré la máxima de hacerlo yo misma.
22.12.07
20.12.07
El aventón
Pero llegué a tus labios y el viaje valió la pena.
17.12.07
Cerrar y abrir
2.12.07
La distancia es el olvido
¿Es acaso que te extraño? Yo creo que no: que tanta y tan constante ha sido tu desaparición de mi mundo, que no me imagino cómo voy a reaccionar la próxima vez que vea en mi celular un mensaje tuyo o siquiera oír en el MSN el “ting” que anuncie que te has conectado. Dejé de dedicarte mensajes al viento, porque no llegan hasta las templadas tierras (ni por agua, por supuesto) donde todo mundo dice que eres un adicto al trabajo, pero yo creo que mejor dicho es miedo, ¿a qué? Ni tú mismo lo sabes. Dejé, por supuesto, de soñar que es posible dormir a tu lado, arrullándonos con esa tonada que decía “I find it hard to love you when you’re far away”, y comencé a exorcizar el vestido que me quitaste esa misma madrugada… Por supuesto que en mis conciertos, en los que alguna vez te dediqué una, dos, todas las canciones, ya no estás. Pero cuando camino y rompo las hojas del otoño, y llega esa canción ridícula y melosa a mi tracklist, no puedo evitar cerrar los ojos… “cuando llega el mes de abril, y cuando quiero ir al desierto, acabo haciendo un nuevo intento por saber de ti… Me pareces un mundo ajeno… No sabes cuánto te eché de menos”. Y volteo. No estás.
Creo que ya me acostumbré.