Mi hijo, entonces, está en esa difícil etapa: tiene muchos padres, tiene además, muchas necesidades y los recursos son escasos. Quieres volverte loco y dejar todo de un resoplido. Gritas más, escuchas mejor pero no te alcanzan ni las manos ni el sueño. La angustia y el malestar se vuelven tus compañeros. Se pierde la alegría...
Entonces, ¿para qué coño festejo este día que hemos llegado a tres años?
Simple: para que no olvide que ha valido la pena el resultado.
Para seguir contando historias.
Para amar equipos (no armar...) Para crear para seguir orientando.
Para ser referencia.
Para que te vean.
Para que te escuchen, te difundan, te comenten y te critiquen. Quizá para que te imiten.
Para sentir que esto es de razones y reflexionar de entre tus vísceras.
Para irte a casa en la madrugada pensando que mañana va y vas a ser mejor.
Para ser Milenio Televisión. La pantalla donde siguen y seguirá pasando cosas...
(:
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