8.8.11

En apariencia somos un tiro

El viaje perfecto viene acompañado de momentos largos, profundos, de silencio carretero rotos por alguna anécdota. De besos pausados; a veces cuando se puede, de sexo loco por la mañana. Cuando hay algo más que eso, viene una apacible cotidianidad.
Luego viene lo más melancólico. Regresar al punto de donde huiste porque querías saber si "eso-de-estar-tan-lejos-es-lo-que-realmente-quieres"-
Entonces te cae una lápida como las que has visto esta mañana, finamente tallada: las distancias son las distancias y no ha lugar a debate.
O_o
Auch!
Esa y otras cositas dan al traste con tu ánimo.
No así compartir el auto, la risa, el gusto por la música; el bello gesto de leer "Las vacas de Quiviquinta" como resumen del gusto por compartir todo lo que sabe, lo que ha visto y escuchado en sus envidiables recorridos por el país.
Y vuelvo, volvemos al kilómetro cero: me gusta la distancia, pero más el encuentro. Esa es, quizá, la vida que deseo. La de ir en pos de una ilusión y regresar con el recuerdo.

(Gracias, Ces).

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