Me gustaba la vida que tenía cuando teníamos la misma edad. Ñoñear un poco, ver mucha televisión. Series, sobre todo. Era medianamente feliz y lo único que me aterraba era mi futuro profesional porque había hecho pocas cosas, por no decir casi nada. Era feliz en mi conformismo hasta que, como siempre sucede, me hartaron las cosas pequeñas que me hacían feliz. Y entonces vino la vuelta de tuerca para ponerme en paz con mi futuro.
Quizá es la hora, con el llamado de los años tan cerca, de dar otra vueltita de tuerca y hartarme de lo que me hace sentir bien. No sé si optar por el conformismo o por salir a perderme en nada.
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