29.6.07
Cumpleaños 28
Estuviste de nuevo hasta la madrugada... Fuiste quien me dio mi último abrazo legítimo de cumpleaños. Tal vez es casualidad.... Hace un año fue Big Bang Baby. Éste, una cerveza holandesa y confirmar: you really got me. ¿El próximo será igual? No lo sé. Pero me basta con saber que sientes lo que te transmito en cada mirada... Sigo teniendo fe en que un día será para siempre...
21.6.07
Claro que sí...
Ustedes, los Marranex, los que leen, los que dejan comment. Todos los que me han pedido levantarme y andar, mandar a la chingada. Recibo sus abrazos, sus buenas vibras, su terapia intensiva para mi corazón. Hoy estoy mejor. Gracias, en serio... y gracias a Dantés, por la foto. Casi chillo, cabrón.
19.6.07
CONFIAR
Perdón. La larga ausencia es porque sigo encabronada con la vida. Sé que sus buenas vibras son porque me estiman (aunque muchos de ustedes ni siquiera me hayan visto en su vida) pero no puedo evitarlo. El colmo fue esta madrugada. Mi compu se jodió... La de escritorio. De repente ya no jaló. Y eso me hizo (después de lograr conectar la laptop al modem) pensar en el rollo de la confianza. Llegas a casa después de un día jodido y confías en que al menos tu computadora, la que usaste a las siete de la mañana, funcione. Y pues resulta que no. Ilustrativo el asunto para explicar que poco a poco, con evidencias, me doy cuenta de que me equivoqué....
Me enamoré pendejamente, sí. De alguien que está muy lejos. Y confías en tu corazón, en que algo tuvo esa persona en sus palabras o en sus acciones que te atraparon. Fue mi caso. Pero con el transcurrir de las horas, de los silencios y las ausencias (etéreas, cibernéticas, óticas) te percatas de que la otra persona no sintió lo mismo, o se asustó o ve tú a saber que putas madres pasó. El punto es que se evaporó. Como vino se fue. Lo peor es que el sentimiento es el que no se va. Pienso en él al menos una vez en el día. Llego a casa en la madrugada esperando que suene el teléfono. O que interrumpa mi ajetreada noche en el diario para saludarme, como antes de que yo fuera a su tierra a decirle que esto era neta, que le veía futuro pese a la distancia y a lo dispar de las rutinas. Confié y perdí, como suele pasar... Confié en una palabra que sonaba a hecho y se jodió. Confío, quizá tontamente, en que mis vibras mentales lleguen hasta su puerta a sacudirlo. Pero las evidencias me escupen en la cara que fue un asunto simple y sencillamente p-a-s-a-j-e-r-o...
Está jodido, me siento jodida por muchas cosas. Esto me ha pegado más de lo que yo quisiera. Pero qué puedes esperar cuando tu vida la haces entre tres computadoras, dos medios, un chingo de gente y un horario de espanto?
Tú, si algún día lees esto que puse, no te preocupes. Confío y espero. Pero ya no con el corazón en mis manos. Yo caminé y estuve dispuesta a bajar el ritmo para empatarme con tus pasos, pero me has demostrado que tu vereda está sumamente alejada de la mía. Ojalá algún día pueda decírtelo en persona, o ya de jodis, por teléfono... Y no te preocupes tampoco, que mi corazón sigue en propiedad de una persona a la que sí veo todos los días -también imposible- pero a la que puedo ver a los ojos y sonreírle, de vez en cuando plantarle un beso en la mejilla y desearle suerte en su juego de mañana.
Confiemos, entonces, en que, como dice Modest Mouse, estaremos muertos antes de que el barco se hunda...
Me enamoré pendejamente, sí. De alguien que está muy lejos. Y confías en tu corazón, en que algo tuvo esa persona en sus palabras o en sus acciones que te atraparon. Fue mi caso. Pero con el transcurrir de las horas, de los silencios y las ausencias (etéreas, cibernéticas, óticas) te percatas de que la otra persona no sintió lo mismo, o se asustó o ve tú a saber que putas madres pasó. El punto es que se evaporó. Como vino se fue. Lo peor es que el sentimiento es el que no se va. Pienso en él al menos una vez en el día. Llego a casa en la madrugada esperando que suene el teléfono. O que interrumpa mi ajetreada noche en el diario para saludarme, como antes de que yo fuera a su tierra a decirle que esto era neta, que le veía futuro pese a la distancia y a lo dispar de las rutinas. Confié y perdí, como suele pasar... Confié en una palabra que sonaba a hecho y se jodió. Confío, quizá tontamente, en que mis vibras mentales lleguen hasta su puerta a sacudirlo. Pero las evidencias me escupen en la cara que fue un asunto simple y sencillamente p-a-s-a-j-e-r-o...
Está jodido, me siento jodida por muchas cosas. Esto me ha pegado más de lo que yo quisiera. Pero qué puedes esperar cuando tu vida la haces entre tres computadoras, dos medios, un chingo de gente y un horario de espanto?
Tú, si algún día lees esto que puse, no te preocupes. Confío y espero. Pero ya no con el corazón en mis manos. Yo caminé y estuve dispuesta a bajar el ritmo para empatarme con tus pasos, pero me has demostrado que tu vereda está sumamente alejada de la mía. Ojalá algún día pueda decírtelo en persona, o ya de jodis, por teléfono... Y no te preocupes tampoco, que mi corazón sigue en propiedad de una persona a la que sí veo todos los días -también imposible- pero a la que puedo ver a los ojos y sonreírle, de vez en cuando plantarle un beso en la mejilla y desearle suerte en su juego de mañana.
Confiemos, entonces, en que, como dice Modest Mouse, estaremos muertos antes de que el barco se hunda...