31.12.05

Cómo sobrevivir a una ola que te arrastra

Seguramente lo has hecho, alguna de las decenas de cosas que nos auguran tener un año lleno de dicha, amor y prosperidad: usar calzones rojos, cargar maletas, monedas en el bolsillo, bla, bla bla... Una que no conocía, y que curiosamente se parece a lo que he hecho desde hace ya casi 15 años, es escribir lo que pasó en los doce meses que terminan hoy y prenderle fuego en un jarrito de barro.
No voy a incendiar mi computadora, sólo voy a escribir y a compartirles -quemar, en cierto sentido- qué sucedió en este 2005.
Hace 365 días estaba con mis mejores amigos en Puerto Escondido, Oaxaca. La tarde de Año Nuevo, soleada, plena, en el mar, de repente se convirtió en un pequeño momento de terror. Una ola nos arrastró a mis amigas y a mí. Y uno de los amigos que nos acompañaba no nos quiso ayudar a salir; quizá por terror, quizá por egoísmo. El punto es que lo logramos, le mentamos la madre al susodicho y después volvimos a ser amigos.
Esta anécdota resume muy bien mi año: todo es maravilloso hasta que una ola te revuelca y te muestra que nada es permanente. Enojada con la gente que amas, buscas salir adelante en la orilla, llena de arena en todos tus recovecos y con los cabellos llenos de sal. Pero sales y quieres volver al mar y a querer a la gente que en un momento odiaste por su actitud.
Este 2005 que va a terminar en 6 horas empezó con un ascenso en mi querido canal de tevé. Iba para adelante. Sorpresivamente entré a las ligas mayores de la docencia universitaria y tenía una persona que amaba, pese a todos nuestros problemas.
Vino mayo... ¡y pum!
Confirmé una sospecha de "infidelidad amistosa" (más dolorosa que la carnal) con alguien a quien también quería en el alma. Mi canal de tevé entró en una huelga que hasta la fecha no termina, la que privó a este país, o por lo menos a esta ciudad, de una opción periodística que especialmente ahora hace mucha falta, justo cuando estamos a nada de empezar uno de los procesos electorales más importantes de la historia.
Mi mundo se derrumbó de madrazo. La ola me revolcó y yo nada más tragaba agua salada.
Los meses, sin embargo, trajeron un poco de orden; en particular, un tanto cuanto de fortaleza para salir nadando de este puto mar embravecido. Con una pequeña ayuda de mis amigos, de todos, y de mi familia, lo estoy logrando.
Una disputa que jamás gano es la de despojarme del pasado; sin embargo, dentro de lo horrible que resultó 2005 gané muchas cosas. En principio, la fortaleza de espíritu que te da el estar solo (en todo el sentido de la palabra) y rascarte con tus propias uñitas para cosas tan nimias como sacar la basura o tan complejas como organizar tu propio presupuesto. En segundo lugar, para ver que puedes amar sin estar al lado de una persona, y que dejar de extrañar puede ser, quizá, el mejor método para entender qué quieres de tu vida.
Otra más, sumamente importante, que las aparentes desgracias te compensan con grandes momentos y personas: gente hermosa que conocí y volví a integrar en mi vida.
Esta vez no me tragará ninguna ola. Para 2006 prefiero pensar que tengo el conocimiento básico para surfear.
Buen año.

3 comments:

Jessica Sosa Echagaray said...

una mujer tan inteligente y admirable como tu no puede sino esperar lo mejor para 2006... es en serio
feliz año, ceci ;)

Dantés said...

Puedes amar sin necesidad de estar con alguien, dejar de extrañar para voltear hacia ti... ésa es la actitud y brindo por ello!
Vaya caracteres los nuestros mujer, pero con todo y todo sigo preciándome de tu amistad.
Salud por el bló y por el año lleno de aventuras y errores y lo necesario para saber asimilarlos!

Chinísima said...

¡Hola!

Pues bien, el 2005 a mí me dejó una gran lección: nunca prejuzgar a las personas. Tuve una idea de ti antes de conocerte, la cual cambió muchísimo cuando me diste clase.

En la balanza, cargada de momentos difíciles, del otro lado se encuentra una invaluable e increíble experiencia: la docencia. Creeme que te admiro por haberte convertido en profesora.

¡Saludos!